Nos dejaron a Marina el día 18 justo cuando empezaba la fiesta del pueblo. Se inauguró con una chocolatada, aproveché el momento para presentarle a las niñas de su edad y fue de lo más acertado porque a partir de ese momento ya no abandonó a las amigas hasta el momento de irse. Ha participado en todas las actividades del pueblo, el concurso de dibujo, el de cuentos, en la guerra de globos de agua, la gymkhana, en un musical, en el concurso de disfraces, y seguro que alguna cosa más que me olvidaré. Sus tíos vinieron a verla el día que había programado un Tren turístico y colchonetas y castillos hinchables gratis para niños y con su prima no paró de dar brincos en todos los sitios posibles. Descubrió dos gatos siameses que acompañan a Marino en la huerta y eso también la volvía loca. Vamos no tuvo ni un momento libre y estuvo alegre y feliz por lo que nosotros disfrutamos muchísimo de ella y nos hizo vivir un Villaflor que ya teníamos olvidado de la época de niñez de Alberto.
La echamos mucho de menos porque en los días que pasó por aquí seguimos su ritmo y ahora estamos como sordos los dos solos de nuevo.
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