No es una tarde cualquiera, es una tarde en la que Marina baila por las calles de Salamanca y eso no queríamos perdérnoslo. Hacen la ofrenda floral a la Virgen de la Vega y Marina iba con un grupo de su pueblo con su tía Marijose de tamborilera. Estaba preciosa y muy en su sitio. Me salté un poco el protocolo para pegarla un achuchón, no lo pude remediar y esas fueron todas las concesiones que se nos permitieron. Seguimos la ruta a su lado y nos miraba de reojo pero seguía a lo suyo. Había mucha gente por Salamanca y más siendo un martes y día de trabajo. Marina bajaba la media de la edad de los participantes ya que en la mayoría superaban los 50 años, en estas celebraciones no hay juventud y no creo que tenga mucho futuro la cosa y mira que resulta agradable y da colorido, pero las tradiciones no arrastran más que a los mayores, habrá que estudiar el porqué es así la cosa.
Nosotros disfrutamos viendo a la niña y paseando un poco por Salamanca que siempre es agradable y este año no habíamos ido en todo el verano, entre unas cosas y otras no habíamos tenido la oportunidad de dar nuestro acostumbrado paseo veraniego por esta bonita ciudad.
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