Como son pocas las ocasiones siempre las gozamos. Pasamos por Villaflor para calentar la casa y dejar encendida la chimenea para ir a dormir. Comimos y pasamos parte de la tarde, dormimos y por la mañana nos fuimos Alberto y yo a andar mientras Marino departía con sus gallinas y sus pollos. Hacía mucho frío así que poco más pudimos hacer.
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